
Siendo algo más positivo y echando la vista atrás puedo afirmar que, cuanto menos, toda la materia que hemos visto a lo largo del curso, más o menos útil, ha servido para tener una visión global del sistema educativo, de los centros de educación secundaria, de la diversidad y problemas tanto del alumnado, como del profesorado y de las propias familias, y, en general, para ser más conscientes de todo lo que implica y significa convertirse en educador. Los contenidos siguen siendo prioritarios y fundamentales, pero no menos importante ha de ser la tarea de convertir en personas responsables a unos niños y jóvenes de entre 12 y 18 años (incluso mayores en el caso de los Ciclos Formativos de Grado Superior) que en muchos casos presentan un déficit en la educación familiar altamente significativo. No sólo se trata de ser profesor en una materia, sino de proporcionar una educación integral.
Ahora viene la segunda parte: conseguir una plaza de profesor o, siendo más realistas, entrar en lista de interinos, ya que la pírrica valoración del 60% que se asigna a la fase de oposición hace prácticamente imposible quedar por delante de otros profesores interinos con años de experiencia que acumulan con ello varios puntos en el concurso de méritos. Este año la crisis no ha perdonado, el Principado no tiene fondos y tan solo se han convocado 108 plazas de las especialidades de Lengua Castellana y Literatura, Geografía e Historia, Matemáticas, Física y Química, y Biología y Geología. Es decir, materias que llevan impartiéndose toda la vida y en las que se producen jubilaciones anualmente, lo cuál no ocurre en una especialidad de tan corta vida como es el caso de la Informática. No queda más remedio que esperar tiempos mejores…
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